Dijo Rebe Najmán: La persona que no tiene fe, carece de vida. Cortamos muchísimas oportunidades cuando mantenemos enojos por cosas que NO teníamos control, y al fin, fue el mismo Eterno que provocó todo; puesto que creemos que NO existe nada fuera de Él. Yo mismo e perdido tiempo cuando era joven en enojos que no tenían sentido, no darian buena fruta, que bloquearon mi relación con Dios, y me detenían de convertirme en mi mejor versión. Es triste pero verdad, ahora vivo buscando como recuperar terreno perdido.

El enojo destruye vidas. El enojo oscila entre humeantes chispas en el corazón y expresiones de ira exterior y violencia. El enojo puede ser infundado, basado en razones imaginarias o puede ser aparentemente justificado. Puesto que nuestros Sabios condenan el enojo del tipo aparentemente justificado, por supuesto que se deben evitar todas las demás formas de enojo. Todos desean romper las cadenas del enojo, pero pocos lo logran. La clave para eliminar el enojo es la emuná – la fe.

Viviendo la fe, evitamos el enojo. Aunque los demás nos traten deslealmente, nos insulten, o nos causen extremas injusticias, si nos concentramos en el Creador y recordamos que todo lo que Él hace es para nuestro beneficio, no caeremos en el enojo.

En consecuencia, la gente enojada se desconecta totalmente del Creador. Cuando la persona se enoja, su alma lo deja; las fuerzas oscuras del mal llenan instantáneamente el vacío creado por la salida del alma controlando a la persona enojada. Debemos esforzarnos para evitar ese abismo espiritual. El arrepentimiento solo es efectivo cuando está acompañado del estudio de la fe y se vence al enojo. Debemos desarraigar el enojo para recuperar la santidad del alma.

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